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T.S. Elliot, 1890.

"¿Dónde quedó el conocimiento que hemos perdido en la información y dónde quedó la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?"
(T.S. Elliot, The Rock, Canto I, 1890)

sábado, 10 de marzo de 2012

COMUNICACIÓN MAS ALLÁ DE LA TUMBA. III de III.

Autor: Ervin Laszlo (1)
Transcripción libre de Pasajero en tránsito.
Ojete de Dalí.
1.    ¿Cómo puede acceder una consciencia descarnada a información del mundo de los vivos?
Dado que la consciencia implicada en el fenómeno de transcomunicación ya no está asociada a un cuerpo vivo, carece de acceso a órganos sensoriales. ¿Cómo entonces accede a información de personas vivas?
Debemos señalar que la evidencia de la transcomunicación no sugiere que una consciencia cuente con tipos de percepciones sensoriales, como una visión tridimensional y escuchar los sonidos normales asociados con esa visión. No obstante, indica que una consciencia así puede percibir preguntas y comentarios procedentes de personas vivas. Una respuesta a este rompecabezas requiere recurrir a la teoría del intercambio de información holográfica esbozada anteriormente. Los hologramas sintonizados en la misma frecuencia pueden intercambiar información. Eso nos dice que la transcomunicación sucede cuando el holograma que transporta la experiencia de toda una vida de una persona ahora difunta entra en resonancia adaptable con el holograma creado por el cerebro del interlocutor vivo. Bajo dichas circunstancias, el holograma del campo A del fallecido tiene acceso a algunos elementos de la información codificada en el campo A por el cerebro de interlocutor vivo.
2.    ¿Cómo puede una consciencia descarnada producir sonidos audibles en una radio?
El concepto de intercambio de información entre hologramas que resuenan a la misma frecuencia también ofrece una respuesta plausible a esta cuestión. No es que la radio reciba las señales emitidas por un holograma basado en el pleno, pues esa suposición no está corroborada ni por la teoría ni por la experiencia. Daría por sentado que la información en el pleno cósmico puede producir efectos físicos directos, como crear señales en el campo electromagnético. No existe una evidencia independiente acerca de que ése sea el caso.
En el caso de Marcello Bacci hay tres hechos verificados de manera experimental que contradicen la asunción de que es la radio la que recibe las señales:
1.   La radio no puede producir las voces en ausencia de Bacci.
2.   La producción de las voces –a diferencia del funcionamiento normal de la radio- no incluye un aumento en el campo eléctrico y magnético ambiental.
3.   Las voces continúan inalterables incluso cuando se retiran de la radio la modulación de frecuencia y las válvulas de oscilación local.
El hecho de que la radio produzca las voces anómalas sólo en presencia de Bacci concuerda con las observaciones realizadas en otros experimentos de TCI. En los casos mencionados anteriormente –la transcomunicación producida por Konstantin Raudive, Otto König, Anabela Cardoso (así como en cierto número de ocasiones, entre otras los experimentos de Friedrich Jürgenson, Raymond Bayless y Attila von Szalay)-, los resultados sólo se obtuvieron en presencia de experimentados y psíquicamente dotados. En algunos casos bien documentados –por ejemplo, el de Petter Härting del grupo de Darmstadt, que cuenta con contactos prolongados y documentados con la consciencia descarnada conocida como ABX JUNO, y el de William O´Neil de la Metasciencia Fundation, que ha mantenido comunicación prolongada con el fallecido George Jeffries Mueller-, la transcomunicación regular cesó abruptamente cuando el comunicador vivo falleció.
Estas observaciones apoyan la hipótesis de que el contacto entre la persona viva y una consciencia descarnada requiere de una “sintonía” o armonización especial. En muchos casos, la persona viva mantiene un contacto privilegiado con un “espíritu comunicador” específico, aunque él o ella también recoja voces (o imágines) de otras consciencias descarnadas (por ejemplo, Styhe era el comunicador normal de S.W. Estep, Hyppolite Baraduce de Vladimir Delavre, ABX JUNO de Peter Härting y el “Técnico“ el de Swejen Salter. En el caso de Bacci, el comunicador privilegiado ha sido Cordula, aunque en el experimento que hemos relatado aquí ella no se manifestó). Cuando cesa esta relación con tan buena sintonía, el espíritu comunicador a veces puede encontrar otro coadjutor vivo: en el caso de George Jeffries Mueller, al igual que en el de Luxemburgo), resultó ser Adolf Homes de Rivenich, Alemania (vale la pena señalar que en su comunicación con Mueller, Homes recibió en siguiente mensaje: “El diálogo cesa con la muerte del investigador porque la vibración requerida para ello deja de existir”).
Parece que el coadjutor vivo –por lo general alguien dotado desde el punto de vista psíquico- necesita estar físicamente presente, pero no ser necesariamente consciente de que la transcomunicación sucede. Eso es algo que quedó demostrado a través de un famoso caso descrito por el investigador brasileño Oscar d´Argonnel. Este había estado recibiendo mensajes de voz en el teléfono y pasó por ciertas dificultades para asegurarse de que eran de origen paranormal. En enero de 1919 realizó una visita a Abelardo, un psíquico, que estaba almorzando. D´Argonnel quiso llamar a su amigo Figner por teléfono y así lo hizo en la habitación junto a la que Abelardo comía. Mientras d´Argonnel hablaba con Figner por teléfono empezaron a escucharse ruidos extraños, y luego se escuchó por la línea la voz del padre Manoel, que había muerto hacía algunos años. D´Argonnel y Figner mantuvieron una prolongada y clara conversación a tres bandas con Manoel durante la cual d´Argonnel observó periódicamente a Abelardo para comprobar si la estaba siguiendo, pero el médium estaba concentrado en su comida. D´Argonnel preguntó al padre Manoel si debía llamar a Abelardo, pero aquél respondió: “No, pues no puedo quedarme”. Manoel permaneció en línea un rato más y luego se despidió: “Adieu, d´Argonnel. Adieu, Figner”. D´Argonnel finalizó la conversación con Figner y luego se dirigió adonde se encontraba Abelardo para contarle lo sucedido. Abelardo no estaba enterado de nada. Parce que la presencia del psíquico Abelardo en la habitación de al lado bastó para producir el fenómeno de TCI; no requirió su atención consciente.
Como es posible que los coadjutores vivos en una TCI no sean conscientes de que la transcomunicación está produciéndose, hay investigadores escépticos que han sugerido que su mente subconsciente es la que produce las voces (o imágenes). Pero es algo que contradice la observación de que los mensajes suelen contener información a la que los vivos no tienen acceso; por ejemplo, descripciones de objetivos y lugares lejanos y lenguas que les son desconocidas.
La denominada hipótesis animista –que la muerte subconsciente del médium es la responsable del fenómeno de TCI- intenta explicar lo que sucede, pero no consigue hacerlo. La consciencia (o la mente subconsciente) del investigador participa desde luego en la comunicación y parece ser especial, pero no produce las voces (o imágines), se limita a transmitirlas. Los fenómenos se originan como información holográfica en el campo A de pleno cósmico. El cerebro y el sistema nervioso de los experimentadores reciben esta información y la transmiten al instrumento en una forma que éste puede traducir en forma de sonido o imagen. No es nada inaudito. En un impresionante número de casos hay psíquicos individuales que han demostrado ser capaces de proyectar alguna forma de información desde su mente consciente o inconsciente: voces en grabadoras imágenes en pantallas de TV. Aunque no está claro si los psíquicos son fundamentales para el proceso, éste parece auténtico.
Sin embargo, resulta posible una explicación en términos de la física. Una consideración a tener en cuenta en este empeño es que una radio sintonizada en regiones vacías de la banda de onda corta (o que opere sin modulador de frecuencia o válvulas de oscilación local) –como un televisor sincronizado en regiones vacías de la banda de emisión- es un sistema en un estado de caos. Produce interferencias aleatorias. En esta condición se torna ultrasensitiva, y es posible que los impulsos procedentes de un cerebro y un sistema nervioso humanos (en el caso de Bacci transmitidos por un contacto natural con la radio) sean de un tipo físico que pueden transformarse en ondas sonoras gracias a un instrumento electrónico al borde del caos.
Pasemos ahora a la cuestión verdaderamente importante.
3.    Cómo puede persistir en el pleno cósmico una consciencia que ha dejado de estar asociada a un cerebro vivo?
Casavolada, Dalí.
Esta cuestión carece de una respuesta científicamente aceptable, pero ya pueden apuntarse algunos enfoques de su investigación. Exploramos uno muy prometedor mediante la teoría del campo A.
La teoría del campo A, como hemos visto, nos dice que los rastros holográficos de la consciencia asociada con un cerebro vivo se conservan en el pleno cósmico. Se trata de un principio pero debemos seguir avanzando. La transcomunicación sugiere que el pleno no sólo contiene un registro pasivo de la consciencia de una persona, sino que alberga un paquete dinámico basada en las experiencias acumuladas a lo largo de esa vida. Bajo las condiciones adecuadas, ese paquete de información es capaz de un desarrollo autónomo a pesar del fallecimiento del cuerpo.
¿Cómo es eso posible? Hay místicos e investigadores de la TCI que han avanzado diversas hipótesis sobre este fenómeno. Entre las más conocidas está el concepto de las múltiples “envolturas” que rodean el cuerpo –física, mental y espiritual-, que merece especial atención. Según la sabiduría esotérica, son varias las envolturas que componen el cuerpo humano estando integradas unas en otras, como las capas de una cebolla. Cuando un individuo muere, su envoltura mental (su consciencia) no es la única que abandona su envoltura física (su cuerpo); su envoltura espiritual también se separa de él. Esta envoltura se separa de manera gradual, por etapas. En las primeras etapas algunas de las envolturas espirituales persisten en forma de fragmento, que siguen conteniendo los pensamientos, sensaciones, deseos y recuerdos del muerto. Todos ellos permanecen activos y poseen cierto grado de autonomía, incluso estando separados. Cuando se entra en contacto con ellos producen respuestas independientes.
Otra hipótesis vincula el fenómeno de la transcomunicación con la física moderna. Considera la consciencia descarnada como ondas que no son perceptibles para los órganos de los sentidos, pero que no obstante son reales. Los partidarios de esta hipótesis señalan que muchas de las ondas que se propagan por el espacio (ondas cuánticas, ondas gravitatorias y otras) no pueden percibirse de forma directa y que deben deducirse mediante complejas cadenas de razonamientos. Algunas ondas     –como las EM de un enlace específico- pueden transformarse en una forma perceptible para los sentidos gracias a instrumentos electrónicos. No hay razón para pensar que no existan ondas que todavía no hemos descubierto por falta de los instrumentos o de los marcos teóricos adecuados. Algunas de esas ondas pueden ser accedidas por “psíquicos” especialmente dotados. Al hacerlos, éstas producirían transcomunicación telepática (directa) o instrumental (indirecta).
Globo de nubes. Dalí.
Ambas hipótesis aquí mencionadas –que las envolturas y fragmentos de ellas abandonan el cuerpo por etapas y las ondas imperceptibles pero reales- pueden combinarse. Las envolturas -por ejemplo nuestra envoltura espiritual, también conocida como “cuerpo etérico” – podrían entrar en una banda de frecuencias mayor e integrarse con otras envolturas en dicha banda. La famosa mística Alice Bailey sugirió algo parecido. Escribiría: “Esta palabra “éter”, es un término genérico que cubre el océano de energías que están interrelacionadas y que constituyen el cuerpo de energía sintética de nuestro planeta… Así pues, el cuerpo o energía etéricos de los seres humanos es una parte integral del cuerpo etérico del propio planeta”.
Gustav Fechner, el pragmático fundador de métodos experimentales en psicología, avanzaría una hipótesis análoga: “Cuando uno de nosotros muere –escribió tras recuperarse de una grave enfermedad- es como si se cerrase un ojo del mundo, pues cesan todas las contribuciones perceptibles desde es punto. Pero los recuerdos y relaciones conceptuales que se han tejido alrededor de las percepciones de esa persona permanecen en una vida terrenal mas grande, tan discernibles como siempre, y conforman nuevas relaciones, creciendo y desarrollándose a través del futuro, de la misma manera que nuestros particulares objetos de pensamiento son almacenados en la memoria, conforman nuevas relaciones y se desarrollan a lo largo de toda nuestra vida finita”.
Las hipótesis anteriores ofrecen un prometedor enfoque dirigido a hallar una explicación científica de las transcomunicación. Esta explicación discreparía en los detalles de la tradición esotérica, según la cual una consciencia descarnada posee el grado de autonomía requerido para un diálogo con personas vivas porque a la muerte la envoltura espiritual o cuerpo etérico se despegaría de las capas más groseras, conservando la consciencia del individuo, tal vez integrada en la consciencia mayor que integra la Tierra. Yo estaría de acuerdo con la hipótesis de que existen ondas imperceptibles implicadas en la transcomunicación, pero la respuesta que sugeriría es más simple y al mismo tiempo más general. No es necesario asumir una envoltura espiritual especial respecto a los seres humanos; todas las cosas en el espacio y el tiempo, desde cuantos a galaxias, dejan su rastro en el pleno. Esos hologramas no están sujetos a atenuación ni cancelación. Al irse generando nuevos frentes de ondas, los hologramas que ya existen se superponen y la información que contienen se conserva; no se sobrescribe, sino que se integra en forma de hologramas multiplexores.
Aquí contamos con la base para una explicación convincente sobre la conservación de información en el pleno cósmico. El siguiente paso es descubrir cómo se las arregla la información conservada para desarrollarse de manera autónoma. Este paso todavía no cuenta con una explicación clara; es una tarea difícil pero insoluble. Al disponer de las herramientas teóricas, de las matemáticas y de métodos de simulación electrónica, no debería ser imposible descubrir cómo conjuntos complejos de elementos coherentes que forman parte de un campo extremadamente complejo y rico en información pueden funcionar con una forma y nivel de autonomía que permite crear información nueva basada en la información que ya posee.
El lugar lógico en el que buscar una explicación científica sobre el misterio de la transcomunicación no sería la metafísica de las almas y los espíritus, sino la física de la teoría del campo complejo.
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1. Anexo de “El Cambio Cuántico”. Cómo el nuevo paradigma científico puede transformar la sociedad. Ed. Kairós. 2009. p. 203-229

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